Punto de com a

jueves, enero 23, 2003

Elegantes como las pequeñas corbatas de dos alas del traje que no se fuma, y que es fino como cigarrillo alargado en manos finas de princesa, los puntos de las comas no sirven para otra cosa que adornar la pausa, hacerla extreñida como la mierda de esa princesa de las manos finas. "De lo bueno poco" -dijo orgullosamente la princesa, y piensa en su excremento como una de sus mejores creaciones que hay que hacer con calma, delicadamente y con sumo cuidado y parquedad. La elegancia, lo quiera o no -en caso de que dicha cualidad cuente con voluntad propia, como otras desafortunadas- siempre ha sido siónimo de sencillez y parquedad. Lo elegante calla porque, con su silencio, cede el paso cortesmente a la imaginación del otro o de los otros y éste o éstos otorgan un juicio de igual o mayor intensidad -Newton cuasi dixit- a ese mismo juicio que dictó, por el motivo que se quiera, un elegante silencio. La mierda de princesa es elgante, elgante es el punto de la coma, el punto de la coma es mierda de princesa.

Al igual que mi estimado Jaime Reis, no sé qué coños hago aquí ni porqué me dejé permear por el flujo de este punto peculiar de la red motherfokin net que mágicamente induce a una diarrea de letras. Divagando entre mierdas de princesa, elegancia, smokins como el que supuestamente adornará ñeramente el escenario en el que nadie, si acaso algún otro perdidazo como suservilleta, leerá estas letras que están a su vez perdidas en el inmenso ciberespacio y debrayes y más debrayes catárticos o no, o que pretenden serlo lográndolo o nelson, aquí estoy y no estoy y ya estoy diciendo muchas pendejadas. Me encuentro aquí mero, yo mero allá, que no es aquí ni ahora, en un punto com que no sirve para una mierda y que además tiene la capacidad de ser visto como la más digna y soberbia creación, como la mierda de princesa o una sencilla corbatita de dos alitas sin la cual ni tú ni yo entraremos a algún lugar aunque hayamos sido invitados.