Punto de com a

jueves, enero 30, 2003

Nada de nada

La nada tiene la costumbre de imponerse como el temor al todo que anhelamos, así, si jamás conseguimos ese todo o, por amarrar mucho -siguiendo al conocido refrán- tampoco mantenemos niguna de sus partes que escaparon al débil apretón, entonces la nada saldrá triunfante y con el ego infladísimo.

Pensar en la nada, sin más, resulta aterrador, nos recuerda la posibilidad de que no la estamos ni pensando.

La nada, cuando nada, nada.

La nada es una mentirosa, una fingidora
Aparenta siempre tan poca cosa que pasa inadvertida
Astuta y escurridiza se estaciona en el todo de algún maximalista.

La nada es la nadadora por exelencia, valiente y despreocupada va por la superficie de las aguas más profundas y sabe perfectamente bien que no hay nada que la amenace en el fondo, ni nada que la amenace en la superficie. Cuando Algo, valerosamente entra al agua, nadie más nada y nada se quedó seca, inmóvil, con nada y nada más que nada.
Hence:
No hay nada, de qué preocuparnos

"Nothing will come of nothing: speak again"
Shakespeare, King Lear