Punto de com a

viernes, febrero 07, 2003

2+2=1

El: soy....puñalmente palacio
Ella: pues yo Safo y qué pedo cabrón!!!
(se abrazan y sonríen)
Desilusionados, una chica totalmente palacio y un apuntadazo se encuentran, derrotados, al darse la media vuelta, alejándose de sus ahora ex-víctimas de la noche que, en un abrazo de paisanos, celebraban alguna cosa común y en voga. La que se aleja juraba sería abordada por ese príncipe del palacio que ahora abrazaba a una modelito de revista, el que se aleja había rogado a sus fuerzas, a todas las fuerzas, mantener el control de sus nervios para no mostrarlos frente a tan imponente belleza que bien, repitamos, podía ser modelito de revista. Paso a paso los dos derrotados, sin siquiera voltearse a ver se tomaron de la mano, y mejor ni planeado, llegaron a la pista de baile, abriéndose camino entre la multitud. Bailando se observaron, se gustaron y se besaron con una ternura y devoción dignas de reyes de palacio de cuento. Salieron y se amaron desde esa noche, todas las noches de sus vidas y fueron felices y fueron tristes y fueron más felices y más tristes y más más más felices para siempre, hasta el fin de sus días (y se cree, aunque no se sabe con certeza, que se encontraron en otras vidas para perpetuar su inmenso amor).
Al contar el relato de su encuentro, ya fuera en reuniones, a sus hijos o a quien fuera, los dos extraños amantes pensaban en lo inaudito del asunto y se sentían afortunados por esa suerte de derrota inversamente proporcional a la famosa victoria pírrica. Lo contaban y lo contaban hasta que sus cuentas les demostraron que nada es lo que parece, que dos más dos puede ser igual a uno, y de uno en uno podían convencer a todos. Pues en otro cuento lo lograron.

En éste se amaron para siempre.
Walt Disney non dixit