Punto de com a

miércoles, noviembre 12, 2003

El gris obscuro ha vencido al anaranjado de la tarde y las teclas de la computadora, impunes durante el día, sucumben al caliente tacto de mis dedos que las tocan con puntas llenas de deseo insaciado. Las manos sudan y me siento como imagino que se sentiría un personaje de película de Fassbinder que llega a un burdel ardiendo en deseo. Mejor me imagino a mí mismo como un doctor que, al atender como ginecólogo en un burdel, acepta con curiosidad de observador pasivo una invitación de la madame del lupanar a una noche orgiástica en la que una muchaha virgen vestida de novia será rifada entre cerdos famélicos de hambre humana que encuentra en la propia carne el alimento a unas lágrimas vestidas de placer.
Me pregunto cuál de las 27 letras del teclado será esa muchaca virgen vestida de novia, y me pregunto también cuál de mis dedos será el cerdo que clavará su punta en una inocencia que ya no será más. Sospecho que la que no ha sido tocada hasta ahora es la W, pienso en la palabra woman y mientras sigo escribiendo me doy cuenta que, saciado el deseo, la escritura se apaga.